La fructosa es un monosacárido naturalmente presente en las frutas, en la miel, en las leguminosas y en los vegetales como el betabel, cebolla y zanahoria.

Además de esto, la fructosa asimismo puede ser producida en forma de jarabe de fructosa o jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF), los que son empleados para dulcificar los comestibles procesados como galletas, jugos, pasteles, salsas y refrescos.

La fructosa naturalmente presente en las frutas no es malo para la salud, puesto que estos comestibles poseen poca fructosa, aparte de ser ricos en fibras que reducen la absorción de azúcar por el organismo. Sin embargo, la fructosa artificial puede favorecer el surgimiento de obesidad, incremento del ácido úrico y diabetes.

¿La fructosa engorda?

El consumo excesivo de fructosa, eminentemente la agregada en los comestibles industrializados, puede ocasionar incremento de peso. Esto ocurre dado a que la fructosa se metaboliza de manera directa en el hígado, que en demasía, estimula la acumulación de grasa en el organismo.

¿Por qué la fructosa puede ser mala?

El consumo excesivo de fructosa puede ser perjudicial, ya que favorece la producción de grasa en el hígado, provocando las próximas situaciones:

  • Acrecentar los niveles de colesterol «malo» y triglicéridos en la sangre;
  • Favorecer la aparición de enfermedades cardiovasculares;
  • Acrecentar la acumulación de grasa en el hígado, provocando esteatosis hepática;
  • Causa resistencia a la insulina y diabetes.

La ingesta excesiva de fructosa asimismo puede acrecentar los niveles de ácido úrico en sangre, favoreciendo la aparición de gota, una enfermedad inflamatoria que provoca hinchazón y dolor en las articulaciones. Conozca qué es la gota y de qué manera identificarla.

Además de esto, esta clase de azúcar no está indicado para personas con intolerancia a la fructosa y para personas con síndrome del intestino irritable, ya que puede ocasionar síntomas de distensión abdominal, exceso de gases y diarrea.

¿La fructosa presente en la fruta es buena o mala?

Cuando se consume con moderación, la fructosa presente en las frutas no es perjudicial para la salud. Esto es debido a que las frutas poseen niveles bajos de este azúcar, aparte de ser ricas en fibra, lo que ayuda a supervisar los niveles de azúcar en la sangre, eludiendo la capacitación de células grasas y el incremento de peso.

Además de esto, las frutas asimismo tienen grandes cantidades de vitaminas, minerales y antioxidantes, que asisten a robustecer el sistema inmunológico y combatir los radicales libres, ayudando a prevenir enfermedades como obesidad, infarto, ACV y cáncer.

Por este motivo, se aconseja consumir entre dos a tres porciones de frutas enteras al día y, toda vez que resulte posible, con piel y pulpa, puesto que de este modo hay mayor aporte de fibra y menos fructosa. Los jugos de frutas, por otra parte, deben consumirse con moderación, ya que poseen más fructosa y menos fibra, lo que puede acrecentar los niveles de azúcar en la sangre.

Jarabe de maíz de alta fructosa

El jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF) es un edulcorante industrial que se halla en comestibles procesados y ultraprocesados de consumo masivo, como galletas, cereales de desayuno, gominolas, barras de cereal, panificados, envasados, aderezos y dulces.

Además de esto, asimismo es utilizado para dulcificar bebidas, como jugos concentrados, jugos en polvo, gaSeosas y aguas saborizadas. Este género de edulcorante es utilizado debido a su bajo costo, alto poder edulcorante y desempeño en comparación con otros edulcorantes nutritivos, como la sacarosa, por servirnos de un ejemplo.

La ingesta en un largo plazo y en demasía de fructosa, que se da esencialmente desde el consumo de JMAF, aumenta la incidencia de enfermedades metabólicas.

Comestibles ricos en fructosa

La tabla ahora muestra la cantidad de fructosa por cada cien g de los alimentos:

Además de esto, la fructosa asimismo está presente en pequeñas cantidades en vegetales como zanahorias, lechugas, tomates y pepinos, como en legumbres como frijoles, lentejas y garbanzos.

Para eludir el consumo excesivo de fructosa, es esencial contrastar siempre y en todo momento si las etiquetas de los comestibles poseen jarabe de fructosa o jarabe de maíz en la lista de ingredientes. Vea de qué manera leer las etiquetas de los comestibles.


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