Cuando nuestra contestación de ansiedad se activa, esta puede dar sitio a un círculo vicioso a través del que sintamos mayor ansiedad y de forma más prolongada. Con este artículo vamos a aprender de qué se trata y de qué manera podemos manejarlo…
Mas ya antes que nada…
¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es un estado sensible caracterizado por una tensión que se experimenta a nivel mental y físico. En sí, la ansiedad no es buena ni mala, sino puede ser adaptativa o desadaptativa.
Es adaptativa cuando la contestación de agobio que acompaña a la ansiedad nos deja hacer en frente de un riesgo real. Por ejemplo: un examen. Gracias niveles moderados de ansiedad, puedo estar concentrado y activar los circuitos de memoria precisos para rendir con eficacia ante ese estímulo. Si estuviese demasiado relajado, si la tensión fuera mínima, mi desempeño degeneraría.
Mas, pasa lo mismo en el polo opuesto. Si mi ansiedad es altísima, puede bloquear los mecanismos que necesito activar para rendir bien en el examen: la atención y concentración, la memoria, el razonamiento… Esto es, precisamos una contestación de agobio moderada y así conseguir un buen desempeño. ¡Precisamos cierto nivel de ansiedad en nuestras vidas!
Otro fenómeno que puede darse es que la contestación de agobio no se esté dando frente a un acontecimiento externo (examen) sino más bien ante acontecimientos internos, nuestros pensamientos, que imaginan el examen antes que ocurra. Si esto se da de forma frecuente y la persona padece por este motivo, charlamos de ansiedad patológica (trastorno de ansiedad).
Ahora que sabemos más sobre el agobio y la ansiedad:
¿Cuál es el círculo vicioso de la ansiedad?
Como hemos visto, producir una contestación de agobio frente a un estímulo y que esa contestación derive en un estado de ansiedad, es natural, y puede ser funcional, preciso para encararnos a determinados desafíos o huir de ciertos riesgos reales.
El inconveniente aparece cuando el riesgo no es real o cuando lo estoy sobredimensionando. Siguiendo con el ejemplo expuesto: si le doy una relevancia excesiva al examen. O si pienso en el examen mucho antes que me toque efectuarlo (preocuparse en vez de ocuparse).
El círculo vicioso de la ansiedad se da cuando el estímulo que decae en un estado patológico de ansiedad es la propia contestación de agobio. Hay bastantes personas que, frente a un primer episodio de agobio intensísimo, experimentan temor al temor. Perciben sus sensaciones de ansiedad como peligrosas o amenazantes, desde lo que, rechazarán sentir nuevamente esas sensaciones, y en consecuencia tenderán a eludir cualquier situación que pueda despertar esas sensaciones. Mediante la conducta de evitación, se fortalecerá ese temor al temor que han cogido.
Imagina que te da un primer ataque de ansiedad en tu vida. Lo experiencias con tanto rechazo, o no le hallas sentido a la experiencia, y desde ese momento tu objetivo principal va a ser eludir pasar por eso otra vez, centrando tu atención por consiguiente en tus sensaciones y emociones, y llegando al fenómeno de la premonición autocumplida: de tanto meditar en ello, de estar tan preocupado, te provocarás mismo/a el propio acceso de pánico. Este es el círculo vicioso de la ansiedad.
¿De qué manera salir del círculo?
Como hemos visto, es nuestro rechazo a las sensaciones de ansiedad (palpitaciones, sudor, preocupación y un largo etc.) lo que las amplifica. La atención marcha como un proyector: cuando enfocas el objeto de atención, este se vuelve grande.
Mas no se trata de parar de prestar atención, pues eso es como decirse “no pienses en un oso blanco”, y es la primera cosa que piensas. Se trata de admitir absolutamente las sensaciones de ansiedad. No rechazarlas ni agrandarlas. Sentirlas, de forma plena, sin darle un significado negativo, puesto que ahora sabemos que esas sensaciones, hasta determinado nivel, son ineludibles y precisas. Permítete sentir ansiedad, préstale atención un instante, para percatarte de que no es tan grave como te has llegado a opinar.
Si el círculo vicioso de la ansiedad consiste en que anteriormente tuve sensaciones de ansiedad y les cogí temor a exactamente las mismas y ahora eludo situaciones que puedan llevarme a sentir esas sensaciones, pone a la ansiedad en un altar. Trata ahora de admitir esas sensaciones, de normalizarlas, y como es lógico de no eludir, sino más bien encarar cualquier situación que te puede llevar a sentir ansiedad, para ir integrando esa contestación de agobio como algo que puede ser parte de tu vida y que, si bien desapacible, se puede manejar.
Se trata de perderle el temor al temor, de permitirse humano y sentir agobio y sensaciones de ansiedad, puesto que todos podemos llegar a sentirlas y no por esta razón han de limitarnos o condicionarnos. Como afirma el popular mantra: “Hazlo. Y si te asusta, hazlo con miedo”.